15 de Octubre 2008

POST MORTEM

Mientras observaba a sus hombres descansando y zascandileando ante el Palacio de la Gobernación, tomó el libro sobre la historia de la ciudad conquistada que había encontrado tirado en una de las estancias. Era un cúmulo de calles anodino, sin anécdotas, casi sin vida, con muy poco sentido estratégico incluso. No merecía el encuadernado homenaje. Pensó entonces Vengando en la posibilidad de que perdiera la guerra, o en el día en que le llegara la hora. Supuso que habría quien lloraría su muerte, y también quien la celebraría y quien desearía escupir sobre su tumba. Puede que algún día las obras de arte de su colección constaran en el catálogo para una exposición o fueran subastadas junto a sus planos y sus mapas llenos de garabatos. Y su vida y sus hazañas a lo mejor quedarían impresas en enciclopedias o detalladas sus batallas en obras que en las bibliotecas se colocarían junto a las de Julio César, o sus teorías políticas, junto a las de Maquiavelo, o sus escritos y cartas, junto a importantes figuras de la literatura universal. Le estudiarían, tal vez, en las escuelas; se haría, tal vez, alguna tesis doctoral sobre él; y las madres amenazarían a los niños con el regreso de tal monstruo para comérselos si no accedían a dormirse o a comerse el plato de verduras. Cambiarían de lugar su estatua ecuestre, quizás la fundirían. En el mejor de los casos, quedaría reseñada en volúmenes de arte junto a otros retratos de grandes hombres a caballo como Marco Aurelio o Felipe IV, o como alguna otra estatua renacentista o barroca. O acabaría abandonada en un almacén. ¿Habría o no un día festivo en su honor en el calendario? Sus sucesores o sucesoras decidirían olvidarle en todo lo posible. ¿Cómo le recordaría la posteridad? ¿Cómo le trataría la inmortalidad? Se le malinterpretaría con seguridad. ¿Qué quedaría en realidad de él mismo?

Atentado por VENGANDO a las 15 de Octubre 2008 a las 05:35 PM
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