Vengando podía serlo todo. No se trataba de una cuestión de que fuera él y su circunstancia, o que constituyera a la vez el principio y el fin o lo que quedaba del resto de la existencia, que en el fondo también... Consistía sobre todo en que era capaz de ser el bien y el mal, el dominante y el sumiso, el rico en la realidad y el pobre en la ficción, el libre absoluto y el preso bajo pena de perder toda voluntad, el activo y el contemplativo, el consciente y el loco, el vividor suicida, hasta el fantasma no muerto, el conquistador conquistado y el burlador burlado, un agoráfobo diluido en horror vacui, quid pro quo. Y no hacía caso al Consejero cuando le decía que lo peor de un actor le ocurría al meterse en su personaje de tal manera que éste llegaba a invadirle para siempre el alma. No le hacía caso porque con seguridad ya era demasiado tarde y actor y personaje se unían ya en un todo, alma de un desalmado, desalmado en pena y alegría de cuerpo presente, pasado y futuro, todo junto. Como excepción, nunca sería ni sueño ni insomnio, siempre pesadilla, siempre nunca.
Atentado por VENGANDO a las 22 de Junio 2008 a las 05:47 PM