PERSONA NON GRATA

AL FONDO DEL TEMPLO, EN TRES TRONOS DORADOS, CARLOMAGNO, LUIS XIV Y NAPOLEÓN BONAPARTE, VESTIDOS CON ACTUAL UNIFORME MILITAR DE GALA, ESPERABAN SU TRIUNFAL LLEGADA.

EN LOS GRADERÍOS, DISPUESTOS A UNO Y OTRO LADO, SE CODEABAN JUANA DE ARCO, RABELAIS, PASCAL, INGRES, DE GAULLE... PERO NO SÓLO HABÍA FRANCESES; TAMBIÉN SE VEÍAN HOMBRES Y MUJERES, CELEBRIDADES DE AMBOS SEXOS, DE TODAS LAS REGIONES DEL MUNDO. ASÍ, MIENTRAS MARY SHELLEY LO OBSERVABA DE SOSLAYO, VELÁZQUEZ, CON RESTOS DE OCRE EN LOS DEDOS, DEL TRABAJO RECIÉN INTERRUMPIDO, ESCRIBÍA CON PÍCARA SONRISA “TONTO EL QUE LO LEA”, EN LA ESPALDA, A QUIEN TENÍA DELANTE, EL POBRE MILTON, ESTA VEZ SIN SUS HIJAS. DANTE BUSCABA, ENTRE EL INSIGNE PÚBLICO, A VIRGILIO, Y ÉSTE, A SU VEZ, A HOMERO, QUE HABÍA OÍDO HABLAR DE UN TAL FREUD CON QUIEN CREÍA ESTAR CONVERSANDO, MIENTRAS UNAMUNO SE PREGUNTABA QUIÉN ERA ÉSE QUE LE DIRIGÍA LA PALABRA. LAUTRÉAMONT, OSCURECIDO, DECIDÍA AISLARSE, AL IGUAL QUE JUAN RULFO, OPONIÉNDOSE A LA INVITACIÓN DE VAN GOGH PARA SENTARSE A SU LADO Y HABLARLES DEL COLOR. POR SU PARTE, BEETHOVEN Y GOYA, SIN SABERSE CONTEMPORÁNEOS, INTENTABAN ENTENDERSE POR SEÑAS, ALGUNA VEZ TAMBIÉN A GRITOS. NIETZSCHE, MUY GESTICULANTE, BLASFEMABA POR SU ASIENTO JUNTO AL DE WAGNER ANTE UN SUFRIDO FIDIAS QUE TENÍA AL OTRO LADO Y NO ENTENDÍA NADA. EN UN RINCÓN, LE CORBUSIER Y PICASSO DIALOGABAN AFABLES, HACIENDO FORMAS EN EL AIRE CON LOS DEDOS; LES OBSERVABA INDECISO EUCLIDES, A PUNTO DE INTERVENIR. EN OTRO LADO, DIEGO RIVERA NO SE SEPARABA DE SU FRIDA, A LA QUE MIRABA CON TERNURA. SEGÚN EINSTEIN, TODO LO QUE LE DECÍA NEWTON (APUNTADO DE LEJOS POR UN TRAVIESO GALILEO MANZANA EN MANO) ERA RELATIVO, LO QUE ACABÓ DESESPERANDO A ÉSTE; MARIE CURIE, HARTA, PREFERÍA, SIN MÁS, NO OÍRLOS. PARA MAYOR ALGARABÍA, UN DIVERTIDO SHAKESPEARE, ALGO ENVIDIOSO, SE ABRÍA PASO ENTRE TODOS LOS QUE QUERÍAN FELICITAR A CERVANTES POR EL CUARTO CENTENARIO DE SU OBRA. AL LADO, COMO SIEMPRE, QUEVEDO Y GÓNGORA SE PELEABAN, ESCENA QUE ENSEGUIDA INSPIRABA A SATIE UNA NUEVA OBRA PARA PIANO. A SU VEZ, LOS PONTÍFICES DE OTROS TIEMPOS SE QUEJABAN DEL POCO ESPACIO QUE SE LES HABÍA DEJADO. POR SUPUESTO, NO HABÍA NI ORDEN NI CONCIERTO, Y MIENTRAS MIGUEL ÁNGEL REFUNFUÑABA POR HABER TENIDO QUE DEJAR SU LABOR A MEDIAS, COMO POLLOCK, MANCHADO POR LOS CUATRO COSTADOS, LOS HERMANOS LUMIÈRE INTENTABAN MONTAR, DETRÁS DEL TODO, SU MAQUINARIA DE FILMACIÓN. NAPOLEÓN, ENTONCES, SE ALZÓ PARA PEDIR SILENCIO CON CAVERNOSA VOZ:

-¡TRANQUILICENSE, SEÑORES! ¡NO PUEDE TARDAR MUCHO!

CADA CUAL, ANTE LA EXHORTACIÓN, SE PUSO EN PIE Y TOMÓ UNA POSTURA MÁS O MENOS GRAVE. AÚN PUDO PETRARCA, AMOROSO, SUSURRARLE A SAFO ALGO AL OÍDO, ANTE EL RECELO DE AUSIÀS MARCH. ENTONCES HUBO UN ESTRUENDO: SE ABRIERON LAS PUERTAS. CEREMONIOSO, COMO SIEMPRE, AUNQUE NUNCA TAN SERVICIAL, LUIS XIV PRESENTÓ:

-¡HE AQUÍ LA DIOSA DE LA LOCURA! PLEITESÍA LE RENDIMOS -Y ARRODILLÁRONSE TODOS ANTE ELLA MIENTRAS ENTRABA SOLEMNE.