PERSONA NON GRATA

TRAS REPETIR, YA INNUMERABLES LAS VECES, SUS VISITAS AL LOUVRE, HABÍA RECORRIDO, ESTAMPITA EN MANO, LOS BURDELES MÁS PRESTIGIOSOS DE PARÍS (NO CONCIBIÉNDOLA EN CUALQUIER TUGURIO), SIN ENCONTRAR A NINGUNA SIQUIERA PARECIDA. SU BELLEZA PODÍA SER INIGUALABLE, Y YA EN SU JUVENTUD LE HABÍA ENAMORADO Y HABÍA DECIDIDO SER PINTOR POR ELLA. AHORA ENCONTRARLA IBA A SER UN ACTO HEROICO. EL ENCARGADO DE CADA LOCAL (ENCARGADA EN SU MAYORÍA), SIN ENTENDER SIQUIERA EL IDIOMA, LE TACHABA DE LOCO, Y AUNQUE NO LE ECHABA, LE ENCASQUETABA CUALQUIER FULANA, A LA CUAL HABÍA DE RECHAZAR CON TOTAL DESINTERÉS. SU OBSESIÓN NO ERA SUSTITUIBLE, Y NO BUSCABA, SIN MÁS, UN REVOLCÓN DE PAGO. SÓLO QUERÍA EL IDEAL MODELO PARA SU IDEAL OBRA: MADAME RÉCAMIER DESNUDA.

VESTIDA Y RECOSTADA, MARAVILLOSA HIJA DEL SIGLO XIX, SÓLO SU MIRADA PODÍA ATRAPARLE A UNO EN UN PARAÍSO DEL QUE NO PODER HUIR; DICHOSOS LOS OJOS QUE LA VIERON, Y DESGRACIADOS LOS QUE LA DESEARON COMO ÉL LA DESEABA.

YA PODÍA HABER HECHO JACQUES-LOUIS DAVID COMO GOYA Y, AUNQUE TUVIERA QUE GUIARSE POR LA IMAGINACIÓN, PINTARLA TAMBIÉN SIN ROPA ALGUNA. PERO SU IMAGINACIÓN, COMO LA DEL DESESPERADO, QUIZÁS NO DABA PARA TANTO. ÉL MISMO, EN ESE MOMENTO, REQUERÍA DE UNA PUTA QUE SE LE PARECIERA PARA VERLA DESNUDA, PURA, Y AL MENOS DIBUJARLA, PUES CADA CURVA OCULTA ERA UNA TORTURA.