Todo estaba descontrolado en apariencia, casi perdido. Y como hombre poderoso, sin embargo, se dio cuenta de que tenía la capacidad de crear una serie de pantomimas, de dramáticas perversiones sociopolíticas y económicas, en las que soterrar a los ciudadanos, todo un laberinto de equívocas intenciones que les confundieran y hundieran... ¿Hasta qué punto la ruina general podía depender de tan poca gente? Bajo la ley natural, la de la selva, sólo unos cuantos podían triunfar, aunque fuera desde la bajeza, la ignorancia o la incompetencia.