Ignoraba cómo explicar por qué dijo lo que dijo, escribió lo que escribió, e hizo lo que hizo, o por qué dejó de decir, de escribir o de hacer. De tenerlo que explicar, de hecho, no sabría ni por dónde empezar. Como si fuera Ubú Rey, miró con recelo el animal moribundo en que se había convertido la situación financiera ese primer día, el del regreso a la plenitud. El Consejero habló claro y conciso:
-Permítame, Excelencia, ser vulgar... Si cree que va a tirar su vida por el desagüe, intente atascarlo.
-Tan profundo, si llega tal situación, te cederé el honor de tirar de la cadena.
Atentado por VENGANDO a las 1 de Septiembre 2008 a las 04:19 PM