La gente vibraba expectante en la plaza; era el morbo de ver en lo que podía basarse su propio castigo. Una absoluta fiesta en honor de la violencia, para mucho de ese morbo daba la mente humana. Sus asiáticas majestades, aquellos gigantescos elefantes, aplastaban con sus recias patas las sandías esparcidas por el suelo. El sol resplandecía como una pátina antigua sobre la dulce sangría, y todo el mundo aplaudía por cada nueva explosión de rojizo jugo.
Bajo la sombra del palco se atisbaba cómo Vengando, tras minutos tenso y airado sin mirar siquiera el espectáculo, parecía querer retirarse, y sin embargo, hizo acercarse a su Consejero para unas directrices últimas que nadie más que él conocía:
-Es que no me lo puedo creer... ¿Qué exijo siempre? Exijo discreción y coherencia, sólo eso, discrecion y coherencia. Habrá más cosas, pero ambos principios son capitales. No sé ni para qué lo han hecho, ni por qué tanto interés, pero esos embajadores de la mierda han metido demasiado las narices; haz que se las corten. Que sea aquí, delante de todos, después de la actuación de los paquidermos; una vez ejecutado ello, que vuelvan al lugar de donde han venido. Mi público, mi pueblo, también lo está deseando. Tras tantos años parece que volvemos a los inicios, pero se han acabado los tiempos de bondad; no tengo tan buen humor, y tampoco pienso ser piadoso. Y si alguien deberá arrepentirse, serán ellos. Por último, que no se den explicaciones de nada de esto; No tengo más que decir por el momento.
Atentado por VENGANDO a las 3 de Julio 2008 a las 04:19 PM