No debía quedar nada de la historia de lo conquistado para que, de ser expulsados los invasores, resultara más difícil una reconstrucción, una recuperación de las identidades; en eso se basaba la principal consigna. Mientras unos más adelantados con los lanzallamas proyectaban vivísimos chorros de fuego sobre archivos, libros y obras de arte de los edificios oficiales entre el ambiente irrespirable de combustión y destrozo, algunos otros, más atrás y pistola en mano, avanzaban tanteando a las víctimas y descerrajando un certero disparo en la frente o en la nuca, desgraciado tiro de gracia, a quienes osaban sobrevivir entre las ruinas. Y la atmósfera cálida, densa, de un sucio amarillo en incesantes murmullos, no acallaba del todo los gritos del exterior, tampoco los motores de las máquinas, ni el silbido y la detonación de los proyectiles aéreos. Descripciones tan gráficas y peores escuchaba a veces de soldados suyos en sus momentos de ocio, y por infernal y trágico que pareciera, otras pesadillas podían absorberle a él, con la importancia que mereciera según la circunstancia, pero siempre persistentes y repetitivas, cansinas y casi cotidianas... Diferente, pero no baladí, era lo que para el futuro esperaba.
Atentado por VENGANDO a las 1 de Julio 2008 a las 04:48 PM