28 de Junio 2008

MERCEDES

Lejos de la noción del bien y del mal; lejos de estar cuerdo, pero viéndose bien consciente; lejos de parecerse a Tristan Tzara, muy lejos a Julio César, no tan lejos de casa; lejos de lejos, vio y quiso, y no pudo, manipular toda una metáfora de la vida. Amanecía, como casi siempre, Hume mediante. En una de las aceras se presentaba el flamante automóvil, marca Mercedes, color granate, impoluto descapotable de algún adinerado, ladrón o endeudado. Sobre el lado opuesto, por su majestuosa parte, encontrábase en perfecta armonía y equilibrio una letrina, la taza de loza perfecta que le habría sobrado a alguien después de que a ese alguien le hubiera dejado de sobrar lo poco armonioso y desequilibrado de sus imperfectos desechos para aquellas tragaderas. Y si había algo que le habría apetecido al sujeto iracundo, al que pasara y viera conjuntados ambos elementos, como si de un instinto primario se tratara, de sexo salvaje, de sed extrema, de indigente hambruna, de sueño eterno, eso era lanzar, o al menos colocar el sanitario sobre el precioso y rodante fruto de la ingeniería, para poder contemplar, incluso inmortalizar, el maridaje hecho obra maestra del absurdo, de la venganza frente al destino desconocido, desatino de lo conocido. Al final no lo hizo; no hizo nada; pasó y fue directo a su cama; se arrepiente.

Atentado por VENGANDO a las 28 de Junio 2008 a las 06:04 PM
Apoyos, condenas o venganzas
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