Tras demasiado tiempo transcurrido, aunque le habían parecido no más que unos cuantos días, fugacidad de la vida, entró de nuevo en su studiolo, recibiéndole los resplandores rojizos y dorados, los coloridos tejidos, los sinuosos lienzos, el aroma de las maderas barnizadas de opulencia; no había cambiado casi nada. Ni siquiera se acumulaba polvo; por supuesto, un día antes se había llevado a cabo su limpieza. Rodeó la centrada mesa, ya con los nuevos papelotes colocados por el sempiterno secretario, y apoyando la diestra mano sobre la butaca, miró a través del ventanal, amplio y límpido como una clarividencia. Los reflejos del sol chocaban con el reconstruido acuario de las medusas Abajo, sus soldados iban y venían con tareas varias, las nuevas órdenes por él dadas. Volvía a hacerse temer y algunos le miraban vacilantes.
Quizás no debí desaparecer por tanto tiempo, pensaba, mientras, por recorrer de nuevo con la mirada la rejuvenecida estancia, les daba la espalda. Fue necesario.
Lo único que se podían preguntar es por qué volvía, "por qué hacemos lo que hacemos". Cualquier acto de uno mismo está sólo motivado por el aburrimiento, por el dinero o porque hay alguien detrás del que actúa influido a su vez por el aburrimiento o por el dinero. En su caso, podía muy bien afirmar que se debía al mero aburrimiento, al tedio de otras actividades que no le llenaban del todo. Y tanto cambiaba la humanidad por motivos semejantes en la voluntad de uno sólo
Atentado por VENGANDO a las 21 de Mayo 2008 a las 08:54 PM